TURISMO

Ermita de Santa Bárbara

No existen datos de una primitiva construcción anterior al siglo XVIII pero sí existen testigos documentales de que el camino que donducía hasta la ermita tenía su VIA CRUCIS, con cruces en sus catorce estaciones que habían sido realizadas por los hermanos franciscanos en 1654. A pesar de no tener muchas referencias sobre su edificación, la misma está sin duda, relacionada con la liturgia de Semana Santa, hecho que corrobora la procedencia del nombre del monte sobre el cual se halla ubicada: se trata del monte Calvario.

La actual construcción comenzó en 1759 gracias a las ayudas y limosnas de los vecinos de Maella. Unos años más tarde, en 1771, se encargó al escultor Pedro Llovet llevar a cabo el retablo y las imágenes, que además de la Santa serían San Cristóbal, San Blas, San Antón, San Miguel y San Rafael. Como anéctota, queda citar que el insigne escultor maellano Pablo Gargallo, modeló esculturas con tierra recogida en los alrededores de la Ermita

Iglesia de Santa María

Levantada en el siglo XIV, tal y como demuestra el documento de una visita pastoral en 1387, era de estilo gótico, del que quedan humildes, pero interesantes vestigios. Casi con plena seguridad afirmamos que la construcción se hizo sobre una primitiva ermita o pequeña iglesia de origen templario.

Al ser expulsados los frailes franciscanos de La Trapa, fueron acogidos en este recinto, que se convirtió en Convento. Con su impulso y la ayuda de la Villa de Maella en repetidas ocasiones fueron acometiendo distintas ampliaciones y reformas a lo largo del tiempo.

En 1777 comenzaron las obras del actual templo, a cargo del fraile franciscano Francisco Jiménez. En 1835 los frailes abandonaron el recinto y éste se destina a albergar a pobres, viudas y enfermos. En 1879 Don Enrique de Ossó, junto al párroco del momento, decide establecer la compañía de Santa Teresa, cuya labor quedaría centrada en la docencia y enseñanaza, de la que dan fe muchos de nuestros mayores. Con la Guerra Civil la Iglesia queda casi destruída para restaurarse y dedicarla de nuevo al culto en 1955.

A mediados de la década de los 80 fue de nuevo remozada dándole el saludable aspecto actual.

Iglesia Parroquial de San Esteban

Se coincide en afirmar que es románica, aunque ya algo tardía. Consta de una nave con ábside semicircular cubierta por una bóveda de crucería apuntada sobre arcos fajones de indudable románico. Con el tiempo fue ampliada y fueron añadidas dos naves laterales cubiertas por bóveda de crucería sencilla.

Posteriormente fueron abiertas capillas entre los contrafuertes. En algunas de ellas hay elementos decorativos platerescos (siglo XVI). La capilla de los pies y lado de la epístola fue ampliada y cubierta por una cúpula ciega sobre pechinas (siglo XVII). Su fachada, de cierta importancia, es casi lisa, alta y tiene una espadaña de tres huecos, estando coronada por un hermoso fróntón adornado con tres bolas. En el centro de esta fachada hay una ventana cuadrada ciega. Hay tres portadas, arquitrabada la central y mayor, y otras dos gemelas a cada lado, con arco de medio punto flanqueado por pilastras y coronado por un sencillo frontón.

En una de las bóvedas está labrada la flecha 1550 y en una de las puertas aparece el año 1820, época en que probablemente se acometió una amplia reforma.

Más tarde, siendo operación de menos envergadura, en el año 1851, se fortalecieron los arcos que ofrecían un grave deterioro (amenzaban ruina) y se arreglaron las grietas. Ya en 1858 se contruyeron los grandes estribos de las paredes posteriores para reforzarlas.

Respecto a la época de su fundación podemos establecer cierta polémica: hasta ahora, en diferentes tratados, aparece datada nuestra parroquial en el siglo XIII, románico tardío, dictaminado esto al seguir motivos y características de este estilo.

Ahora bien, en una de las piedras de la nave lateral de nuestra iglesia aparece una inscripción con el año de 1.110, por lo que nuestra iglesia se correspondería con un románico muy joven. A pesar de esa inscripción, casi podemos asegurar que la piedra en la que está tallada se corresponde con alguna ornamentación de otra posible edificación de origen musulmán, ya que en 1.110 en Maella se asentaban musulmanes, y una iglesia cristiana no tiene sentido en esa fecha.

Torre del Reloj

La torre del reloj, que otorga a la villa de Maella una especial fisonomía, fue construída en dos etapas. La primera de ellas se sitúa entre los siglos XI-XII, llevándose a cabo en piedra de sillería con almenas aspilladas, corroborando la teoría basada en que en otro tiempo fue fortaleza protectora del acceso al casco viejo de la villa y protegida por caballeros de la Orden de Calatrava.  A estos 20 primeros metros románicos le suceden 28 metros de estilo mudéjar.

 

Esta segunda fase constructiva se divide en tres cuerpos: el primero de ellos, siguiendo a la construcción precedente, es de planta cuadrada, cuya ornamentación consiste en dos arcos de medio punto rebajados en cada una de sus caras. Este primer cuerpo da paso al segundo a trávés de una decoración geométrica en azulejo.

 

El segundo cuerpo, de planta octogonal, alberga un reloj de cada uno de los lados correspondiéndose con cada uno de los puntos cardinales. Los lados restantes se han ornamentado con el mismo material constructivo: el ladrillo. De nuevo, y afianzando las lineas de recorrido visual, se pasa de un cuerpo a otro por medio de un friso en azulejo. El tercer cuerpo es de planta circular decorado en arcos de medio punto alternados con columnas de orden corintio. Toda la construcción se cierra en una cubierta de bronce coronada por una veleta con un gallo: el «gallet». En el año 1984 se iniciaron las obras de restauración que se centraron en la sustitución de la antigua escalera de yeso por otra nueva, en la ampliación del salón de sesiones a través de la compra de una casa adosada y en la consolidación exterior del conjunto con la colocación de tres relojes  (en origen solo había uno) y de la decoración en azulejo que con la erosión del tiempo se encontraba muy deteriorada.

Castillo de Maella

Impresionante mole de piedra en estado ruinoso, cuyos vestigios dan fe de un pasado esplendoroso. Fue construído en lo más alto de una loma cortada al este por el cauce del río Matarraña. El castillo conserva, en su cara norte, sólidas murallas, con cinco cubos semicilíndricos pegados a las mismas, y en cuyo extremo oriental subsiste la rampa de acceso al conjunto. Otra rampa o posible puerta de acceso se halla entre la primera portalada y el palacio-vivienda. Hay otras puertas  en la muralla orientada al sur, donde en estos años se han llevado a cabo obras de restauración o, para ser más exactos, de conservación.

En cuanto al palacio, hay que decir que está situado en el rellano o plataforma superior tocando casi el límite de la muralla meridional. El amplio patio interior, y central de dos plantas sería en sus tiempos un cubo casi cilíndrico que, junto a las grandes ménsulas que hay en la fachada anterior y principal del edificio, muestran el carácter forticado o defensivo que tuvo o se le dió.

Su puerta principal es digna de mención por su arco semicircular y, sobre todo, por su blasón señorial: las tres manzanas de los Pérez de Almazán.

Debido que en 1507 este castillo pasó por compra a manos de Miguel Pérez de Almazán, Secretario de los Reyes Católicos,  fue su hijo Juan quien procedió a la ampliación del antiguo castillo y, entre otras obras, edificó el palacio y labró las armas de la familia en él.

Las piedras son poseedoras de secretos que el paso del tiempo ha logrado ocultar. Por ello se tiene en el pueblo la romántica tradición de que desde las bodegas había una galería subterránea que conducía a sus moradores hasta el hoy denominado «Huerto del Señor», el cual salía al río facilitando la huida y descenso directo hasta éste.

Respetando lo novelesco de nuetra tradición oral, que bien podría ser cierta, ésta atiende a la lógica militar.

Al igual que en los primeros tiempos, fueron Afronio y Petreyo sus moradores,  a lo largo de la historia , otros ilustres invitados pasaron por este castillo, como Reyes de Aragón, el escritor francés Chateaubriand y también Pignatelli. Destaca sobre todos el Conde de  Aranda que fue propietario.

Hoy en día y después del incendio que lo destruyó en 1837 durante las Guerras Carlistas y luego nuestra Guerra Civil, está en ruinas.  Aún así,  lo que queda en pie basta y sobra, remedio triste, para imaginar su antiguo esplendor y majestuosidad.

Destacan en nuestro castillo las bodegas del mismo, que fueron rehabilitadas hace ya un tiempo y que son de las mejor conservadas en Aragón. Es importante el buen estado en que se conservan los aljibes calatravos de una zona de las bodegas y la enormidad del resto. El gran tamaño de las bodegas permite que en la actualidad se destinen a exposiciones culturales y hasta celebraciones de bodas.

Se pueden visitar todo el año durante los fines de semana, consultando horarios en el Ayuntamiento de Maella. Teléfono 976 638 011.

 

 

Casa natal de Pablo Gargallo

 En 1985 se terminaron las obras de rehabilitación de la Casa Natal de Pablo Gargallo, haciendo justicia con el que es, sin duda, el hijo más ilustre de esta Villa, y a su vez, uno de los escultores más importantes e innovadores del siglo XX, reconocido universalmente.

Su casa fue restaurada siguiendo la distribución original. Las partes de oficina y sala de proyección de audiovisuales formaban parte de una casa anexa que fue comprada para tal finalidad. En la restauración, damos fe de la activa participación de la hija del artista, Pierrette, que pretendió mostrar lo más fielmente posible, el hogar en el que pasó sus primeros años el genial artista maellano.

En la actualidad, posee entre otras, cinco obras de valor significativo, y todas ellas muy ligadas a su primera etapa. » La Virgen «, en terracota, realizada por Gargallo a los 13 años. En el mismo material, «Maternidad» (1922), donde puede verse la evolución de su arte hacia el cubismo y otras tendencias, que de forma tan magistral cultivaría nuestro escultor, llevándolas a sus más altas cotas de perfección y expresividad. «Academia» (1933), un bronce clásico y exquisito. El  «Busto de Petra Catalán» (1926), en bronce como homenaje póstumo tras la muerte de su madre el año anterior.

Por último, el boceto original «Muchacho desnudo en la playa» de la obra en bronce que se encuentra ubicada en la avenida dedicada a la memoria de Pablo Gargallo.

Además de estas obras el Ayuntamiento ha tenido a bien destinar un archivo bibliográfico con cantidad de catálogos y publicaciones sobre Gargallo, que con el paso de los años han ido adquiriendo más relevancia y engrosan la documentación sobre la vida y obra del gran artista maellano que fue Pablo Gargallo, uno de los mejores escultores y el más internacional del siglo XX.

La Casa Museo de Pablo Gargallo permanece abierta a las visitas durante los fines de semana de todo el año. Consultar horarios a través del Ayuntamiento de Maella, en el teléfono 976 638 011.